Escritos y comentarios sobre Diversidad Funcional (mal llamada discapacidad) y Bioinformática

miércoles, julio 29, 2009

De vueltas con el metro

Ya os contaré como va lo del metro de Sevilla, sobre el problema de la separación entre el andén y los vagones. Una de las actuaciones que servirían para solventar el problema sería la instalación de pequeñas rampas automáticas que salieran y entraran cuando se para el metro. Y como ejemplo, estaba buscando las que tiene el tren de cercanías Civia, que ya existe en varias ciudades españolas incluidas Madrid, Málaga y Sevilla. Pero claro, siempre existen 2 formas de hacer las cosas: bien y...

http://blogs.periodistadigital.com/sillaruedas.php/2008/08/31/viaje-en-tren-de-cercanias-con-silla-de-

lunes, mayo 18, 2009

Aprender a 'caminar'

Hoy os quiero dejar un vídeo que me ha llegado por correo electrónico, el cual me ha parecido muy llamativo, pero a la vez coherente. Igual que tod@s deben aprender a usar sus piernas para caminar, cuando aun no saben ni de su existencia, los que usamos otro tipo de piernas también necesitamos de ese aprendizaje. Aquí os dejo el vídeo, para que saquéis vuestras propias conclusiones:


jueves, abril 02, 2009

El metro de Sevilla tampoco

Este jueves a las 14:00 horas se inauguraba el tan esperado metro de Sevilla, y a las 16:00 horas ya estaba probándolo, para ir desde Condequinto a la Universidad Pablo de Olavide. Mientras almorzaba en casa, le estaban dando tanto bombo a la noticia en los telediarios, que no he podido resistir la tentación de extrenarlo.

Como ya son muchos años de decepciones, iba hecho a la idea de que no iba a brillar por su accesibilidad, pero he de admitir que, en pleno siglo XXI, ni yo mismo me creía esta duda.

Así que he llegado a la estación, he preguntado al personal de asistencia, y simplemente me han indicado amablemente que sacara mi billete, cogiera el ascensor y me montará en un vagón.

Y claro, no me he equivocado. Al margen de que no hay forma de subir al acerado que da paso al puente de la estación de Condequinto, y que el mecanismo por donde se pasa la tarjeta, en la entrada accesible, está demasiado alto, el acceso al metro no es totalmente accesible para personas usuarias de sillas de ruedas, e incluso personas mayores que no puedan levantar mucho sus piés.

Entre el andén y el metro, queda un espacio de entre 5-10 cm., que hace muy peligroso el acceso desde una silla de ruedas, especialmente cuando las ruedas delanteras de la misma son pequeñas, lo que suele ocurrir en la mayoría de los casos. Todo ello hará que nuestro colectivo, especialmente aquellos/as que usen silla manual, necesiten ayuda para subir al metro. Es decir, el metro más moderno de España, como hoy anunciaban en las noticias de las 3, no es el metro que todos y todas podemos disfrutar en igualdad.

Ojalá no tengan que lamentar esta falta de previsión, por otro lado algo ya habitual en nuestra sociedad.

Un saludo,

Mr. Threepwood

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jueves, marzo 12, 2009

Sevilla, 12 de marzo de 2009. Un año y medio después...

Anoche, cuando me acostaban, mientras me colocaba en el oido el tapón que me aisla del mundo por unas horas, de nuevo volvía a pensar en lo injusto que es no tener derechos, y lo exahusto, cansado, desesperado e impotente que se siente uno cuando finalmente se acaba dando cuenta.
¿A qué me refiero? -Podéis preguntarme.

Y yo podría escribir una lista infinita:
  • No tenemos derecho a usar el transporte público, y si nos dan ese derecho, ha de ser con condiciones: debes llegar una hora antes que el resto de viajeros, debes ir con un acompañante, no puedes elegir hora porque la hora la eligen ellos, puede que tengas que ir apartado del resto de viajeros, pasando frío en invierno, calor en verano o afixiándote con el humo de algún viajero sin vergüenza, y así un largo etcétera que no te garantiza el viaje. Porque al final, siempre está la opinión del conductor, o su simple destreza a la hora de acercarse a la parada. Con lo que, siempre debes estár preparado para el no.
  • No tenemos derecho a usar el acerado público. Ya no sólo te tapan las rampas con descaro, sino que te aparcan los coches y motos atravesando por completo la acera. Y no pretendas dar lecciones de civismo porque puedes ganarte un "no te parto la boca, porque vas en silla de ruedas", o lindezas similares que acaban consiguiendo tu rendición.
  • No tenemos derecho a entrar en los sitios públicos. Y cuando finalmente encuentras un edificio 'accesible', si las ganas de ir al baño de martillean, puedes tener que aguantar más cuando descubres que el baño adaptado está cerrado con llave "para salvaguardar su higiene". Y cuando encuentras al cancerbero que abre la puerta, el cual te dice "no se preocupe usted, que está adaptado: el water tiene barra", debes callarte cuando un nuevo descubrimiento te hace ver que el baño es usado como improvisado almacén de cajas, sillas y hasta comida, y todo lo demás está a un metro de altura.
  • etc, etc, etc, etc.
Y cuando llegas al refugio de tu casa, una casa que no es la que elegirías en otras circunstancias, pero que al menos te permite creer que aun te quedan algunos derechos, el vecino te despierta de tu falso sueño y te dice que el ascensor que proyectabas poner para acceder a la segunda mitad de esa casa, no puedes ponerlo porque simplemente no te da permiso.

Cada vez mi sentimiento es más claro. El mundo en el que querría vivir es el del vídeo de unos artículos más abajo de este blog, en el que todo son rampas donde los 'verticales' resbalan y se caen, donde los mostradores son tan bajos que los 'verticales' se tienen que partir la espalda para rellenar un formulario o tomarse una cerveza, y donde el que no lleva su propia silla ha de de permanecer de pié en el autobús, que por supuesto lleva la rampa siempre preparada.

Al menos por un día, quisiera vivir en ese mundo. Al menos por un día, quisiera saber lo que se siente al tener derechos.

jueves, enero 08, 2009

¿Cuando tendremos los mismos derechos?

Resulta increible comprobar cómo funciona el tema de los autobuses accesibles, y eso es algo que la mayoría de la gente no conoce. Cuando voy a coger un urbano y el primero no lleva rampa, al siguiente no le funciona, y en el tercero el conductor no quiere acercarse a la acera, todo el mundo se hecha las manos a la cabeza. ¡Sí señores!, pagamos nuestros impuestos igual que el resto, pero no tenemos derecho al transporte público, entre otros servicios. Y yo me planteo: ¿tiene sentido seguir pagando esos impuestos?

Y para muestra, un botón. Aquí os dejo la indignante historia de un amigo de Madrid, que como todos nosotros y nosotras, no tiene derecho a transporte. Y claro, tanto la policia como la compañía de transporte, no tiene otra solución que apartarnos del camino para que el mundo siga funcionando pisoteando la diversidad:

http://www.laopiniondemalaga.es

Un saludo,

Mr. Threepwood.